Últimamente nada es divertido. Lo único divertido es no hacer nada.
Quiero hacer cosas, pero a la vez no quiero, quiero estar activa, pero a la vez no quiero. Quiero hacer algo, ser alguien, pero a la vez no quiero.
Quiero querer algo y no lo consigo.
No hay rutina porque no hay nada. Hay presiones porque no hay nada. Y esas presiones me incomodan, porque ponen frente a mí aquello que yo ya sé, aquello que me hunde y en lo que intento no pensar. Porque yo también sé que es un fracaso no tenerlas, que es un fracaso no intentarlo más, que es un fracaso ser como soy.
Y me quedo todo el día deseando simplemente enredarme en una crisálida y quedarme allí para siempre, no necesito ser mariposa, no necesito volar. Solo quiero estar tranquila.
Pero también quiero hacer cosas. Empiezo y luego nunca sigo y entonces ¿para qué empiezo? ¿Por qué no sigo? ¿De qué sirve todo esto? Si nada es divertido y nada vale la pena.
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