domingo, 22 de enero de 2017

Musical

Hoy he ido a ver La La Land, un gran film, muy bonito sobretodo visualmente, el tema también era muy bonito y aunque el final no ha sido el que todos en la sala de cine hubiéramos preferido, era, tristemente, el final perfecto para acabar de poner la guinda en el pastel de una película sobre la realidad de los sueños y lo que tenemos que dejar de lado, o atrás, para poder conseguirlos. Ha sido muy bonita, la verdad, y el principio ya me ha emocionado (pero también es porque adoro los musicales con todo mi corazón y no hay más esencia de musical que un inicio a coro con coreografía incluida de personajes cantando una canción sobre lo que está por llegar, sobre los deseos y sueños que se tienen, sobre un lugar).

No sé por qué siempre me han gustado los musicales. No puedo decir que es porque me gusta la música, porque conozco a mucha gente que le gusta la música y sin embargo aborrece tener que ver un film o una obra musical. Pero para mí es tan mágico. Es la combinación perfecta, es la historia a través de la expresión musical, corporal, escenográfica... es entrar como en un mundo real pero a la vez onírico donde las canciones son el enlace entre el mundo y los sentimientos. Siempre que veo un musical me entran ganas de llorar, incluso en los momentos alegres, eufóricos, de baile y canciones alegres, porque me llega como un sobrecogedor aprecio por todo lo que sucede, por toda la energía que se crea. No sé. Siempre me han gustado mucho y si tuviera que decir una razón específica sería seguramente: porque sí.

Porque disfruto siendo partícipe de algo así, de la manera que sea.

Y no es solo la experiencia completa la que me emociona. La música, de por sí, es una experiencia distinta, porque es una música cronológica, una música de personajes que sienten cosas, cosas que yo también he podido llegar a sentir o deseo sentir (o no).

Y hoy, mientras miraba La La Land y pensaba en cuánto me recordaba a Singin' In the Rain, aunque tampoco se parecen tanto, por su clasicismo hollywoodiense, esa rememoración a los musicales clásicos de la edad dorada del cine, pensaba en que da igual el por qué, el hecho de emocionarse cuando empiezan los acordes y bajan las luces y sabes, sabes, que llega el principio de un susurro musical que se extenderá hasta ser una canción... todo eso es algo, y da igual por qué se genera, lo importante es que es algo, es emoción viva y vale la pena.

El cine musical, el cine con música, siempre va a ser especial para mí. Siempre voy a ser partícipe y defensora de ello.

Que las estrellas de la ciudad de las estrellas no sean astros si no notas musicales, esperando el momento a sonar.

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